FINALES ABIERTOS

Publicado 6 de febrero de 2023 Por Catalina Bernal

Dicen que todo pasa por algo y no solo eso, que todo o casi todo, deja un aprendizaje o una lección, en el ámbito que sea. Creo que lo he escuchado tanto que, hoy en día, cada vez que atravieso un final, solo puedo preguntarme cuál es el “algo” de esto o la lección que me deja. No siempre encuentro respuestas. 

A veces no entiendo y honestamente… a veces me hago la que no quiero entender. A veces prefiero agarrar el camino más difícil que es el de negarse a aceptar y a veces prefiero recibir esos shots de realidad que no me terminan embriagando sino despertando. Al final no importa lo que escoja, casi siempre es a conciencia y sabiendo lo que implica.

La última vez que publiqué algo hablaba de la conciencia y del nivel de conciencia al que he llegado. Irónicamente, llegué ahí inconscientemente. He pasado de ser una persona que no hacía conciencia de sus emociones, sensaciones y sentimientos, a ser un individuo expuesto a sentirlo todo.

El tema con esto no es mi latente sensibilidad frente a la vida, lo realmente extraño ha sido sentirlo y no entender o no saber cómo tramitarlo. Esto me pone en un debate emocional en constante conflicto porque al final decido repetirme a mí misma que no me importa lo que sí me importa con el fin de reducir el impacto.

La conciencia me ha ayudado a entender que los finales abiertos también son una posibilidad, que no todo ciclo se cierra con un rito, una ceremonia o una conversación. El universo se ha encargado de poner en jaque mi obsesión por entenderlo todo, poniendo en mi camino personas y escenarios que no puedo controlar. Ahora que lo pienso, mi intención nunca fue controlar lo externo, sino controlarme a mí y fallé muchas veces. Justo ahí llegaba la culpa, pero de eso hablaremos en otro momento.

Pocas veces me he mostrado fuera de control dentro de lo que yo considero estarlo. Desarrollé una sombría táctica de contención en la que casi siempre me refugiaba para simular que entendía a los otros, que entendía sus razones, que entendía sus sentimientos. Sí, eso… que yo “entendía”. Muchas veces quise gritar frente a unos cuantos rostros que realmente no entendía nada y que sus razones me parecían una mierda, pero resolvía contenerme porque era más sencillo aunque aumentara la agonía. 

Hay muchas cosas que me hubiese gustado decir en ciertos momentos y que al final reduje a un “tranqui, no pasa nada”. Hay otras que me hubiese gustado no decir porque fueron dichas bajo la absurda ideología de decirlo todo “sin filtro”. A las palabras sí hay que ponerle filtro porque para las heridas que deja, no hay remedio, solo una ineficiente táctica de olvido. Todos tenemos algo del pasado que hoy en día incomoda. Yo recuerdo muchas palabras que nunca debieron pronunciarse bajo el estruendoso poder de un ego inflexible. 

Últimamente he pensado en la vergüenza y en las veces que la he sentido. He dejado de expresar mucho de lo que he sentido en el corazón y en el alma por vergüenza. Creo que me han repetido tantas veces en la vida que “no tengo corazón”, que cuando lo siento palpitar por algo o alguien, siento vergüenza. No me creo con el derecho a sentirlo porque para el “mundo”, se supone que no tengo y lo absurdo de la situación es, que al parecer, eso es atractivo. 

Crecer es básicamente construir mecanismos de defensa consciente o inconscientemente. Cuando tienes una herida, sabes que debes seguir un procedimiento para que sane apropiadamente porque donde sangras no se toca, se aísla. Donde quedó una marca, se camufla y donde te lastimaste, no quieres que vuelva a pasar. Entonces desarrollas mecanismos de defensa para defender, valga la redundancia, lo que quedó después del golpe, porque es lo único que queda y se supone que hay que conservarlo. 

Puedo decir que ando en medio de un camino tratando de reconciliarme con los finales abiertos. Pienso en lo fácil que es complicarlo todo y en lo difícil que puede ser reconstruirlo. Hablo del amor, de la vida, del trabajo, de la existencia misma. Realmente no es tan complicado, se complica cuando quiero saber por qué para otros lo es, pero “tranqui, que yo entiendo”. 

Catalina.

3 Comments

  • Carlos M 6 de febrero de 2023 at 7:12 AM

    Cuando se trata de controlar todo es cuando nos damos cuenta de que tan perdido estamos,ya que se pierde ese control y nuestro mundo se derrumba. Para poder vivir bien conmigo mismo solo pienso en que solo hay que dejar que la vida pasé y nos sorprenda día a día, tratar de no obsesionarme con el mañana y ahora estoy más tranquilo. Al igual que tu todo tranqui. Hay que buscar la forma de apagar aquellas emociones que nos envían a la melancolía. C:

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  • Sergio 6 de febrero de 2023 at 10:11 AM

    Es cierto que estamos en constante crecimiento, aprendizaje y evolución, y eso hace que uno tarde o temprano entienda los mensajes o las lecciones que nos dejan las vivencias que tenemos y que en su momento uno no entiende.

    Por eso, cada vez que uno esta viviendo una situación de esas, es importante trasmitir todo lo que uno siente o piensa, así no sea bien visto, porque lo que importa es que uno haga todo lo que este al alcance y que independientemente de lo que ocurra quede la sensación de que uno hizo todo con pasión y dando todo de sí.

    Si quedan temas sueltos, el tiempo y la reflexión dará las respuestas. Lo importante es aprender de esas vivencias para que las que vengan no sean mas de lo mismo. Con eso, a medida que pase el tiempo se tendrá esa sensación de crecimiento y evolución. Todo pasa por algo y todo pasa para que mejores cosas vengan a nuestra vida, en el ámbito que sea.

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  • Carlos B 7 de febrero de 2023 at 3:56 AM

    En mi forma, me adapté a ser cauto. A no hablar “sin filtros” cuando esté embriagado de algún sentimiento. No para reprimirme sino para buscar lo correcto ya que los impulsos finalmente dejan vergüenza. Entendí que puedo pensar las cosas en diferentes estados de ánimo y conseguir varios enfoques a una misma situación, porque las situaciones no me lleva a un mismo sentimiento, no tiene propósito buscar el control de lo que hagan otras persona, siempre son libres de actuar a su manera, quizás importan más las ideas que me formó sobre las cosas que pasan, controlo como me impactan. Se cierran cuando considero que se cerraron.

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